martes, 4 de noviembre de 2025

METODO KAIZEN

 



Los seres humanos, aunque no lo parezca, somos amantes de la rutina. Esto no tiene nada de malo. De hecho, si retornamos en el tiempo hacia la era prehistórica, descubriremos que las rutinas eran garantía de supervivencia pues evitaban los riesgos. 

Curiosamente, en nuestra vida moderna, realizar cambios es vital para adaptarnos y triunfar. Pero, ¿qué ocurre cuando necesitamos realizar un cambio radical? ¿Cómo generar cambios significativos en nuestras rutinas o nuestro estilo de vida?

Qué es la filosofía Kaizen 

Kaizen es una palabra japonesa que se compone de dos sinogramas de escritura japonesa que significan “bueno” y “cambio”, y  actualmente, Kaizen se refiere a un sistema de mejora continua en el que las pequeñas, pero constantes mejoras, acumulan tras de sí grandes beneficios a largo plazo. 

Hay otras metodologías y filosofías (famosas en el mundo de los negocios) que impulsan la innovación y la obtención de mejores resultados, sin embargo, el Kaizen se diferencía porque se enfoca en los grandes beneficios que tienen las pequeñas acciones a largo plazo. 

De dónde proviene el concepto de Kaizen

A pesar de que el término es de origen japonés, la esencia de Kaizen fue desarrollada originalmente por Estados Unidos  tras la Segunda Guerra Mundial como parte de un programa de entrenamiento dentro de la industria (Training Within Industry en inglés - TWI).

Posteriormente, este programa fue implementado en Japón bajo el nombre Kaizen en Yon Dankai (en español, mejora en cuatro pasos) ---, donde se consolidó por su finalidad de impulsar e implementar mejoras pequeñas de alto impacto. 


¿Por qué? Después de la guerra, Japón quedó devastado y, por la abrumadora falta de recursos, no era posible impulsar el desarrollo. Por ello, el Kaizen funcionó en el país asiático, ya que promovió pequeños cambios en todos los niveles económicos y sociales.

Para 1960, Japón, solo 15 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, había recuperado su estabilidad, posicionándose como una de las economías más estables a nivel mundial.



Cómo implementar Kaizen en tu rutina

Puedes empezar de la siguiente manera:

  1. PLANEA: Establece tu meta y desarrolla una solución o mejora 

Tu meta puede ser tan ambiciosa o tan sencilla como tú lo prefieras, lo importante será que en este punto del método, establezcas cuál es ese pequeño cambio que te llevará a lograrla; por ejemplo, tal vez estás pensando en pasar más tiempo con tu familia y para lograrlo necesitas reducir tu tiempo frente a la computadora. En este caso una pequeña mejora podría ser comenzar a trabajar 15 minutos antes, para tener tiempo de revisar tus correos del día anterior. 

  1. HAZ: Comienza a realizar los cambios

Ahora que has planeado tu meta y tu solución de mejora te recomendamos llevar un seguimiento adecuado de la misma, para esto puedes ayudarte de algunas apps enfocadas a desarrollar hábitos, o si eres una persona más visual, puedes ir marcando en un pizarrón de pendientes cada día que cumplas con tu rutina. Y si quieres ir más allá, te recomendamos llevar un registro diario de cómo te sientes o qué cambios has notado en tu día a día.

  1. COMPRUEBA: Revisa cómo funcionó la solución propuesta

Es importante que la mejora que elegiste, la realices de manera constante (recomendamos un periodo no menor a 21 días) para que realmente puedas tener una perspectiva real de los beneficios y de los ajustes que necesitas hacer para que te funcione de la forma más efectiva. Revisa la herramienta donde llevas el registro de tu rutina y evalúa cuál o cuáles fueron los motivos que te hicieron lograr el éxito o te encaminaron al malogro. No te juzgues, analiza los datos objetivamente y realiza los ajustes necesarios para continuar en tu proceso de mejora. 

  1. ACTÚA: Mantén el cambio y continúa con tu siguiente meta

Una vez que soluciones el problema o déficit anterior, pasa de nuevo al número 1 de esta lista para tu siguiente meta. No olvides que el principio básico de este método es que deben ser mejoras o acciones pequeñas que te lleven a lograr algo grande, así no cambias tu rutina drásticamente, te será más fácil acostumbrarte y mejorarás al ritmo de tu vida diaria.

Aplica el método y verás que con el paso del tiempo será posible dominar y cambiar los detalles que no te gustan de cualquier aspecto de tu rutina. Otros beneficios que percibirás al implementar esta metodología serán mejorar tu efectividad, tu concentración y la satisfacción de lograr las metas que te estás proponiendo. 

Sobre Kaizen y el trabajo en equipo

Este método también expone que para tener mejores resultados en proyectos o metas conjuntas, es importante contar con el involucramiento de todos los miembros del equipo. Si todos los participantes están contribuyendo paso a paso con sus propios ciclos de planear, hacer, comprobar y actuar, en poco tiempo puede lograrse el planteamiento de un gran proyecto o meta. 

Ahora es momento de poner en marcha tu propio ciclo Kaizen y adaptarlo a tu estilo de vida. Si te preguntas por dónde puedes comenzar o si deberías hacerlo ya, piensa en este ejemplo: Si tu meta es leer más, comienza con 4 páginas al día, que se convertirán en 1095 páginas a lo largo de un año, que equivalen a 3 o 4 libros de más o menos 300 páginas, los cuales te dejarán muchos más beneficios, que no leer ninguno. 

Y tú, ¿en qué piensas mejorar el día hoy con el método Kaizen? 

martes, 19 de mayo de 2015

El vacio existencial

Es un día normal, estás haciendo tus actividades habituales, compartiendo con tus familiares y amigos, cuidando de tus hijos, y de manera repentina te haces consciente de algo “evidente”, pero inevitable: un día morirás.
 ¿Cuál es la sensación que despierta al darnos cuenta de esta realidad? ¿Miedo? ¿Frustración? ¿Tristeza? ¿Valor? ¿Confianza?

Muy seguramente, aquella sensación se ha originado de tu percepción de cómo has vivido hasta este momento. Actualmente nos encontramos en un mundo donde impera la prisa, la emoción, el ímpetu.
Nuestra vida gira en torno a lo exprés, a lo inmediato, ya no estamos acostumbrados a esperar y cuando las circunstancias nos exigen aguardar, como sucedería en una fila del supermercado o del banco, nos enojamos o buscamos estrategias para pasar rápidamente. Vivimos en una sociedad donde llegar a la meta lo más pronto posible – y si es viable, sin obstáculos – es el mayor logro del hombre. “El fin justifica los medios”.

Ante todo este panorama, no entiendo por qué nos sigue sorprendiendo encontrar personas que sienten un gran “vacío existencial”. Personas que cuentan con un trabajo estable, con una familia, sin grandes preocupaciones económicas. Personas que se quejan de no tener tiempo durante la semana, pero cuando llega el domingo, se quejan de no tener nada qué hacer, de estar aburridos. Hombres y mujeres que parece que lo tienen “todo”, pero que al parecer, por dentro, no tienen “nada”. Han cuidado de su cuerpo, se han esforzado por cultivar su intelecto, pero han pasado por alto velar por su espíritu.

Para la corriente existencialista, el ser humano está conformado por el soma (cuerpo), psique (mente) y logos (espíritu). Desde esta visión se abre todo un nuevo panorama, una visión que permite ver al hombre desde nuevos horizontes, tomando en cuenta la parte más eminentemente humana: el espíritu. Esta perspectiva cambia completamente las bases en que se fundamentan las distintas escuelas psicológicas, que en general tienen una visión psicosomática, cognitiva y social del ser humano. La ausencia de espiritualidad cercena lo más distintivo del hombre y éste queda atado a los condicionamientos, ya sean biológicos, psicológicos o socioeconómicos.

Logos, es decir, espíritu, no hace referencia a una dimensión espiritual, que si bien forma parte, no la define por completo. Logos es tomado en su acepción de “sentido”, es decir, la dimensión del ser humano que es capaz de trascender, donde radica la voluntad y la libertad. Sólo ésta es capaz de elevarse por encima de las circunstancias, decidiendo libremente sobre las muchas situaciones y eligiendo por propia voluntad, aquella que nos permite encontrarle un sentido y actuando conforme a ella de manera responsable.

En la naturaleza del hombre ha existido siempre y existirá hasta el fin de los tiempos, la necesidad de preguntarse por el sentido de su vida. El algo que llevamos de manera inherente. Y a pesar de que muchas corrientes ideológicas intentan explicarlo con la biología, la genética, la psicología, la filosofía, todos ellas caen en el error de reducir al ser humano a alguna de éstas, y se olvidan que el ser humano en su unidad es cuerpo, mente y espíritu.

Si el sentido es aquello que buscamos, el sinsentido vendría a ser un agujero, un hueco en nuestra vida que se hace presente de manera repentina. En cuanto lo sientes, surge la necesidad de salir corriendo a “llenarlo”, porque al final de cuentas, es una “necesidad”. Es por ello que intentamos llenar nuestros vacíos existenciales con “cosas”, que de manera inmediata producirán satisfacción: saturando nuestras vidas de placer, de lujos, de comodidad; comiendo más allá de nuestras necesidades; teniendo sexo promiscuo; o quizás volcándonos exclusivamente al trabajo (adicción al trabajo, o workoholic); conformándonos con los acontecimientos; o llenar nuestra vida de preocupaciones. Cualquiera que sea la forma de intentar llenar esa sensación que produce un hueco en alguna parte de nosotros, no lo logra. Por el contrario, la sensación se hace cada vez mayor, y aquello con lo cual intentamos hacerlo desaparecer no es suficiente, por lo que requieres de cada vez más y más. Y cuando parece no existir nada que pueda alejarnos de este vacío, de alejar esta sensación, la muerte empieza a ser una opción.

La búsqueda del ser humano por encontrar un sentido de vida constituye una fuerza primaria. Dicho sentido es único y específico para cada una de las personas, y corresponde a cada uno encontrarlo. Más que preguntar “qué puedo esperar de la vida”, hay que preguntarnos de manera personal: ¿qué espera la vida de mí? ¿Hay algo que puedo hacer yo y nadie más que yo? ¿Existe algún proyecto que desearía muchísimo realizar? ¿Acaso he dejado de hacer aquello que tanto me apasionaba por causa de los “deberes” del mundo? ¿Puedo ser testimonio de la libertad del ser humano al trasformar la tragedia, la enfermedad, el fracaso en un logro personal? ¿Soy capaz de amar a alguien?
“Sólo la muerte es lo que da sentido a la vida”, ya que al darnos cuenta de nuestra existencia es breve, tendemos a encontrar la manera de trascender, de dejar “huella”. Así que, a pesar de todos los problemas con los que tengamos que enfrentarnos, la vida vale la pena ser vivida, y más aún cuando el hombre pone en práctica la fuerza de oposición del espíritu frente al destino. El sentido quizás cambie, pero nunca faltará. En realidad, tan sólo existe un problema verdaderamente serio, y es juzgar si la vida vale o no la pena ser vivida. Y la vida vale la pena, porque hay razones, hay muchos motivos por los cuales vivir, y esto es lo que le da sentido a la existencia humana.

sábado, 25 de abril de 2015

La nueva técnica anti estrés se llama Mindfulness

El mindfulness es un método de meditación para bajar la ansiedad, la angustia y el miedo. Consiste en “escanear” mentalmente el cuerpo y volcar sobre él una atención plena. Se puede practicar en cualquier momento del día.


“La atención plena es estar más conectado, más tranquilo, más sereno con uno mismo, en un estado de mayor conexión con uno y con lo que te rodea. Cuando uno desarrolla esta herramienta, puede enfrentar mejor el estrés y situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, disminuye el multitasking, estar haciendo muchas cosas a la vez. Y aunque la tecnología es fabulosa, en muchos casos potencia esta característica y hasta genera dependencia a niveles tóxicos.  La intención es despegar del piloto automático en que suele actuar la cabeza. Buscamos que cada uno tome conciencia en cada pequeño acto diario.  A eso apuntan muchos de los ejercicios”,
 “Con mindfulness se pueden tratar trastornos como miedo, angustia o ansiedad. Pero también puede utilizarse como técnica de crecimiento o desarrollo personal, sin necesidad de que haya una enfermedad o problema de salud de por medio”,