miércoles, 8 de enero de 2014

¿QUE ES LA ENERGIA VITAL?

Principios fundamentales

Todo individuo posee una fuerza o energía que mantiene su vida. Esta fuerza a lo que se llama
"ENERGIA VITAL" se la podría comparar a la cuerda de un reloj que lo
mantiene en funcionamiento hasta que se agota. El sistema nervioso es
el distribuidos de la energía vital y se encuentra concentrada en el cerebro
y la médula espinal. Todos nacemos con un caudal de esta energía vital y es
responsabilidad de cada uno de nosotros el cuidarla y distribuirla de la manera más sabia.
Nadie puede alargarla de modo que su vida se alargue más de lo que originalmente
podía hacerlo; de la misma manera que no se puede alargar más una pila que está
siendo usada al máximo de su rendimiento. Esta energía es la que hace posible
el restablecimiento de la salud ante los diferentes organismos enfermos,
sin importar cual sea la dolencia y, por lo tanto, en ella está la verdadera
"panacea" de la curación; no en médicos, ni en remedios, ni medicinas, etc.

Desde el punto de vista fisiológico la energía vital se debilita por
anormal funcionamiento del aparato digestivo, pulmones e inactividad de la piel,
provocando una intoxicación progresiva y envenenando y enervando nuestro organismo.
Cuando el organismo, además, es envenenado por medicamentos no afines a las células
del ser vivo, la toxemia hace que la energía vital del individuo sucumba y no haya remedio posible.


Formas de restablecer la energía vital
La energía vital puede ser restablecida por medio de descongestionar
el interior del vientre de la fiebre interna. Esto se logra dirigiendo el
tratamiento de la siguiente manera:
1) eligiendo la aplicación hidroterápica más idónea que produzca fiebre curativa según el caso
2) refrescando el aparato digestivo con dieta adecuada refrescante basada principalmente
en frutas, ensaladas y hortalizas tiernas, siempre todo en crudo y bien compatibilizado.

La energía vital produce las crisis curativas
Como ya se ha explicado toda enfermedad no es más que un esfuerzo de
la energía vital del individuo por volver a la normalidad funcional que es
la salud. De modo que si una persona sigue los pasos antedichos para restablecer
su energía vital verá como en su organismo se presentan una serie de reacciones
o "crisis curativas" cuyo propósito es restablecer la salud.

Estas crisis se pueden presentar de muy diferentes formas:
dolores, fiebres, erupciones en la piel, catarros nasales,
diarreas, tumores, ezcemas, etc.
Estas crisis de purificación se producen mediante eliminación
de residuos por los emuntorios principales o secundarios.
Estos actúan como esponjas y recogen de la sangre materia extraña
para su descomposición y eliminación.
De aquí se deduce la gran equivocación de la medicina química que
siempre procura sofocar el síntomas o suprime estas actividades eliminatorias
confundiéndolas con algo peligroso para el organismo.
De modo que el recorrido que debemos hacer para conseguri la salud
consiste primero en nutrir nuestra energía vital mediante sangre pura
producida por buenas digestiones y en segundo término favoreciendo
as eliminaciones de residuos tóxicos mediante crisis curativas o enfermedades beneficiosas.


La tesis de José Letamendi
Este doctor viene a decir más o menos lo mismo que lo expuesto anteriormente,
que es la base también del pensamiento de Manuel Lezaeta.
Según Letamendi la energía vital es determinante también de la
inmunidad que basta en la mayoría de los casos para triunfar ante
la causa perturbadora y recuperar la salud. El grado de eficacia del sistema
inmunitario depende en gran manera de la vitalidad específica del individuo.
Tenemos que potenciar nuestro sistema inmunitario y nuestra vitalidad por
medio de vivir de acuerdo con la leyes naturales y el uso de los agentes naturales
(aire, agua, tierra, sol, etc.) y no por vacunas.

De todo esto se puede concluir que las diferentes manifestaciones sintomáticas
tienen como causa la misma dolencia; y que esa sintomatología depende de la energía
vital de cada individuo, de la eficacia actuante de las defensas del individuo y
de las peculiaridades heredadas o adquiridas de cada persona; y no de la causa morbosa.
De modo que, aunque todo sea la misma dolencia, el tratamiento debe ser individualizado
según las peculiaridades del sujeto.
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