Un cuerpo balanceado, ligero, fluido es un cuerpo libre de dolor y de estrés crónico. Es un cuerpo que funciona eficientemente con el mínimo de tensión y de consumo energético.
Tal vez ya te has dicho ¡quiero ese cuerpo! ¿¡Dónde se compra!? Pues bien, te
tengo buenas noticias, por medio de la observación y el control consciente
cualquier ser humano puede lograrlo (o al menos mejorarlo y aliviarlo, que no es
poca cosa). Según Feldenkrais,
para lograr una buena postura lo que necesitas es tener una imagen clara de las
partes de tu cuerpo, tener dominio coordinado de los músculos y utilizar
hábilmente el mecanismo para proyectar pautas de acción.
Dice I. Rolf que muchas enfermedades crónicas comienzan como perturbaciones funcionales, “algo físico o emocional obstaculiza la circulación de los fluidos corporales o de la energía corporal hacia tal o cual órgano, el cual lentamente se deteriora, es incapaz de mantener su actividad y deja de funcionar. Entonces algún otro órgano intenta compensarlo, pero su carga es demasiado pesada para que pueda afrontar el trabajo extra y, por último, el órgano compensador también renuncia a ello.”
Órganos, articulaciones, músculos, fascia… Nuestro cuerpo, todos sus sistemas, están en constante “diálogo” con la gravedad. Esta nos acompaña durante toda nuestra existencia y representa el gran desafío: o nos dejamos vencer permitiendo que nos comprima o la “abrazamos” como a una buena amiga para que se transforme en nuestra aliada.
La figura A corresponde a una columna que está en perfecta alineación: las
curvas y los segmentos corporales se encuentran en equilibrio. La línea vertical
punteada marca la alineación correcta de los diferentes segmentos: comienza por
delante del tobillo y sigue por el centro de la rodilla, el trocánter mayor, la
articulación glenohumeral (hombro) y la oreja.
Teniendo como referencia esta línea podemos ver que:
En la figura B la columna lumbar está “hundida”. Las vértebras se encuentran desplazadas anteriormente y el abdomen se adelanta haciéndose prominente, la pelvis está en anteversión, existe una posterización de las vértebras dorsales dando el aspecto de joroba y un adelantamiento de la cabeza con hiperextensión de la columna cervical.
La figura C presenta una columna lumbar y dorsal con sus curvaturas naturales reducidas, quedando rectificada el área lumbar. También vemos el adelantamiento del tórax, el sacro desplazado hacia adelante y la pelvis en retroversión.
En la figura D observamos una inclinación general del cuerpo hacia adelante. La pelvis se encuentra en retroversión marcada, las vértebras lumbares están levemente desplazadas hacia adelante al igual que el tórax y hay una marcada protrusión de cabeza.
Es importante aclarar que, si bien hay un modelo de alineamiento corporal, la postura de cada persona tiene características que le son propias y está determinada por factores como el tono y el trofismo muscular, el estado de los ligamentos, los contornos óseos, etc, así como por la madurez y el estado emocional. Es más, según Feldenkrais: “la postura correcta es cosa de aprendizaje y desarrollo emocional. No se adquiere por simple ejercicio ni por repetir el acto o actitud pretendidos”. Comprender la relación entre las emociones, el pensamiento y la acción corporal es fundamental.
Dice I. Rolf que muchas enfermedades crónicas comienzan como perturbaciones funcionales, “algo físico o emocional obstaculiza la circulación de los fluidos corporales o de la energía corporal hacia tal o cual órgano, el cual lentamente se deteriora, es incapaz de mantener su actividad y deja de funcionar. Entonces algún otro órgano intenta compensarlo, pero su carga es demasiado pesada para que pueda afrontar el trabajo extra y, por último, el órgano compensador también renuncia a ello.”
Órganos, articulaciones, músculos, fascia… Nuestro cuerpo, todos sus sistemas, están en constante “diálogo” con la gravedad. Esta nos acompaña durante toda nuestra existencia y representa el gran desafío: o nos dejamos vencer permitiendo que nos comprima o la “abrazamos” como a una buena amiga para que se transforme en nuestra aliada.
Existe un patrón estructural vertical y simétrico
para el cuerpo humano, el cual podemos tomar como referencia para nuestra
observación de partida. Para que el cuerpo quede libre de tensiones debe haber
una alineación vertical de sus segmentos, sin que exista alguna rotación o
inclinación. En la imagen a continuación hay cuatro vistas laterales, en la que
la figura A corresponde a la postura ideal y las otras tres son ejemplos de
posturas incorrectas:
Teniendo como referencia esta línea podemos ver que:
En la figura B la columna lumbar está “hundida”. Las vértebras se encuentran desplazadas anteriormente y el abdomen se adelanta haciéndose prominente, la pelvis está en anteversión, existe una posterización de las vértebras dorsales dando el aspecto de joroba y un adelantamiento de la cabeza con hiperextensión de la columna cervical.
La figura C presenta una columna lumbar y dorsal con sus curvaturas naturales reducidas, quedando rectificada el área lumbar. También vemos el adelantamiento del tórax, el sacro desplazado hacia adelante y la pelvis en retroversión.
En la figura D observamos una inclinación general del cuerpo hacia adelante. La pelvis se encuentra en retroversión marcada, las vértebras lumbares están levemente desplazadas hacia adelante al igual que el tórax y hay una marcada protrusión de cabeza.
Es importante aclarar que, si bien hay un modelo de alineamiento corporal, la postura de cada persona tiene características que le son propias y está determinada por factores como el tono y el trofismo muscular, el estado de los ligamentos, los contornos óseos, etc, así como por la madurez y el estado emocional. Es más, según Feldenkrais: “la postura correcta es cosa de aprendizaje y desarrollo emocional. No se adquiere por simple ejercicio ni por repetir el acto o actitud pretendidos”. Comprender la relación entre las emociones, el pensamiento y la acción corporal es fundamental.
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