Los efectos que produce esta terapia alternativa, que busca reequilibrar la energía vital, son relajación profunda, mejora del sueño y del estado anímico.
Hace unos quince años que el Reiki desembarcó en España. Algunos balnearios o consultas privadas ofrecen esta técnica de origen oriental que aún es poco conocida en nuestro país.
El Reiki –que etimológicamente significa “energía vital”– también se va introduciendo poco a poco en los hospitales, como es el caso del Ramón y Cajal de Madrid, donde desde hace tres años, a través de la Asociación para Enfermos Terminales y Personas en Duelo Alaia y a demanda del Servicio de Onco-hematología, se lleva a cabo un proyecto de voluntariado pionero dentro de la Sanidad española, para evaluar los efectos beneficiosos de esta terapia complementaria en pacientes con cáncer. “Acudimos dos veces por semana, les explicamos a los pacientes que es una técnica de relajación y a aquellos que quieren se les practica”, explica Charo Fernández, coordinadora del grupo que va al Ramón y Cajal y maestra de Reiki desde hace más de 10 años. “Se quedan muy tranquilos, les quita es el estrés, muchos incluso se duermen y parece que también les baja un poco la fiebre”, añade Cristina Chao, supervisora del Servicio de Onco-hematología del hospital madrileño.
Experiencia Acumulada
Durante de este tiempo se han realizado del orden de 2.000 tratamientos de Reiki (fundamentalmente en personas con leucemia, linfoma y trasplante de médula ósea), con un seguimiento de los resultados por parte de personal del hospital. “Queremos hacer en otoño un estudio serio sobre sus efectos. Estamos ahora con el proyecto”, apunta Chao. En él se mirarán variantes como sensación general, temperatura, tensión arterial, sueño o apetito, con el fin de confirmar científicamente lo que ven en la práctica diaria. Es más, la intención es hacer extensible el proyecto al resto del hospital y de hecho ya se aplica a aquellos pacientes que lo solicitan “aunque no estén en nuestra unidad”, continúa.A grandes rasgos, el Reiki “consiste en canalizar la energía, tras una formación, y transmitirla a través de las manos”, explica Fernández. “Su efecto inmediato es una profunda relajación, que desbloquea el flujo de energía vital, activándose así la capacidad de autocuración a través de un proceso bioquímico llamado “respuesta de relajación”, por el que se producen reacciones de secreción de hormonas (como las endorfinas) y otras sustancias beneficiosas que genera el cuerpo para nuestra salud y bienestar. Así, el organismo puede reestablecer su equilibrio”, continúa.
Reacciones Químicas
El problema es que no hay pruebas de laboratorio sobre el porqué de la efectividad de Reiki. Sí, en cambio, una amplia recopilación de casuística. “Algún día la ciencia establecerá un puente que nos llevará hacia una comprensión de hechos que actualmente no llegan a estar avalados por verificaciones de laboratorio”, dice la experta.La explicación científica de cómo actúa es compleja, y tendría que ver con el hecho de que para todas las reacciones bioquímicas que ocurren en el organismo se requiere energía. Éstas ocurren en la célula, y entre ellas se producen intercambios (hormonas y neurotransmisores, calor, impulsos eléctricos…). Cuando se deteriora la membrana de la célula (mitocondria), su energía y por tanto su capacidad de elaboración e intercambio de sustancias sufre ese deterioro y envejece, degenera o muere. Si este proceso se cronifica, podremos tener un tejido, órgano o sistema afectado y por tanto una enfermedad o lesión en él.
La “Chispa”
Si se consigue suministrar energía a esas células que sirva de “chispa” para volver a reactivar su función y si no hay lesión celular irreversible, se estará restableciendo el equilibrio del organismo devolviendo la salud a ese tejido, órgano o sistema. “Aquí es donde el Reiki cumple una función de apoyo suministrando la energía necesaria para la superación del proceso”, asegura.Entre sus ventajas destaca, además, el hecho de que no interfiere en diagnósticos ni tratamientos, no sugiere cambios en las medicaciones, no tiene contraindicaciones, reduce los efectos secundarios de la radioterapia y quimioterapia, y potencia la reacción curativa de los fármacos. Y, por supuesto, se actúa bajo un respeto absoluto al trabajo de los profesionales de la medicina y no emitirá juicios diagnósticos.
En cuanto a su aplicación, es conveniente recibirlo tumbado, a ser posible en una camilla, y en un ambiente tranquilo y agradable. El terapeuta va posicionando sus manos en zonas determinadas de cabeza, cuerpo y extremidades, canalizando la energía sin necesidad de quitar la ropa.
Útil en principio, para cualquier tipo de dolencia en la que exista un desequilibrio, Fernández destaca su empleo en el caso de enfermos terminales. “En mi experiencia en estos casos, muchos de ellos vividos en el Ramón y Cajal, he podido verificar que la agitación previa al desenlace final se suaviza, conduciendo a la persona hacia un estado de serenidad y aceptación absolutas”, concluye.
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